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Pedro Pablo AriasCapdet. Especialista de I Grado en Fisiología Normal y Patológica. Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Salud (LEPS) del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). Ciudad de La Habana.
Resumen: Se realiza una revisión de la literatura sobre la meditación -su significado, clasificación general y sus efectos biológicos y psicológicos, sobre el envejecimiento y la salud- con el objetivo de proporcionar un conocimiento actualizado de las posibilidades terapéuticas de esta práctica. La meditación es un fenómeno multidimensional que puede ser útil en un marco clínico y en una variedad de formas. Está asociada con estados de relajación psicofisiológica, los cuales se ha propuesto que optimizan la eficiencia de los innumerables mecanismos intrínsecos autorreparadores del cuerpo. La subsecuente normalización de los desequilibrios fisiológicos acumulados pudiera entonces ayudar a mantener una buena salud y a prolongar la vida útil. La meditación puede ser utilizada para aliviar el estrés, la ansiedad y otros síntomas físicos, además de que produce cambios cognitivos que pueden ser aplicados en la autoobservación y el manejo conductual y para la comprensión de los patrones cognitivos limitantes o autodestructivos.
Descriptores DeCS: MEDITACION/métodos; SALUD.
Meditar, en el enfoque oriental, es la realización de una actividad que conduce al individuo a un estado de una elevada tranquilidad mental o de «no pensamiento» y a otras vivencias que tienen implicaciones de carácter espiritual.1 La meditación ha sido desarrollada y transmitida por las tradiciones religiosas y espirituales del Asia, y su práctica está extendida por todo el Oriente.
Las ciencias médicas y psicológicas del Occidente han enfocado raramente sus investigaciones teóricas y la atención clínica en la espiritualidad. La relativa inatención de los aspectos espirituales humanos puede tener su raíz en los precedentes históricos de la profesión. En su necesidad de diferenciarse de la filosofía y la religión, la dimensión de espiritualidad quedó fuera de sus fronteras.2
Los métodos de meditación concentrativa fijan la mente sobre un onjeto particular, como la respiración o un «mantram», e intentan excluir todo otro pensamiento de la conciencia. Este tipo de meditación está prescrito en los Sutras Yogas6 y en el Budismo.7
La concentración implica la supresión del funcionamiento mental ordinario, restringe la atención a un punto e induce estados de observación caracterizados por tranquilidad y deleite (estados de éxtasis).8
El Budismo, sin embargo, también introdujo la práctica de las técnicas de meditación de percepción de la naturaleza interna, cuyo fin es penetrar en la naturaleza del funcionamiento psíquico y no alcanzar estados de éxtasis. Esta forma de meditación es un entrenamiento en estar alerta, en el cual la atención se enfoca hacia las emociones, los pensamientos y las sensaciones exactamente que ocurren, sin elaboración, preferencia, selección, comentarios, censura, enjuiciamiento o interpretación.8 Es un proceso de expansión de la atención hacia tantos acontecimientos mentales y físicos como sea posible.
Distintos tipos de meditación pueden tener efectos muy diferentes sobre el practicante, y por tanto, pueden tener muy diversas aplicaciones clínicas. Zhang et al.9 confirman esto en un estudio para investigar el estado funcional de la corteza cerebral durante la meditación, con potenciales evocados visuales, en practicantes de diferentes formas de meditación del Qigong. Los resultados mostraron que la meditación puede tener efectos facilitadores o inhibidores sobre la corteza visual, en dependencia de los métodos practicados por diferentes individuos.
Se debe también señalar qué efectos diferentes pueden estar asociados con distintos estadíos de la práctica meditativa, es decir, los practicantes a largo plazo pueden experimentar diferentes estados fisiológicos, cognitivos y psicológicos, y distintos cambios que los novicios.4,10
Durante las últimas décadas se ha producido un creciente movimiento de integración de las ciencias de la salud y los enfoques del Oriente, y un creciente interés en el uso potencial de las prácticas meditativas.3 Se puede observar la interpenetración de la filosofía oriental en prácticas de salud con la utilización del yoga, la medicina holística, la acupuntura, los ejercicios de relajación, la visualización y otras técnicas dedicadas a conducir el poder de la actividad mental para atacar problemas somáticos de salud.
La meditación es un fenómeno multidimensional que puede ser útil en un marco clínico y en una variedad de formas. Está asociada con estados de relajación fisiológica que pueden ser utilizados para aliviar el estrés, la ansiedad y otros síntomas físicos, además de que produce cambios cognitivos que pueden ser aplicados en la autoobservación y el manejo conductual y para la comprensión de los patrones cognitivos limitantes o autodestructivos. 4 Generalidades de la meditación
Muchas formas de meditación implican un tipo de retiro de la atención del mundo exterior y de los patrones usuales de la actividad perceptual, cognitiva, emocional y motora, lo cual se ejectua en un estado de quietud interna y externa. Hay, sin embargo, formas de meditación que utilizan música, movimientos o contemplación visual o auditiva de objetos físicos o procesos (por ejemplo, mirar fijamente la llama de una vela, observar o escuchar una corriente de agua o las olas del mar, etcétera.4
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Deepak et al.29 estudiaron a un grupo de pacientes que sufrían de epilepsia y eran resistentes a las drogas. Después de 1 año de práctica meditativa regular (20 minutos al día), mostraron una significativa reducción en la frecuencia y duración de las crisis, un incremento en la frecuencia dominante de fondo del EEG, una reducción en la intensidad espectral media del segmento de 0,7-7,7 Hz y un incremento de la intensidad espectral media en el segmento de 8-12 Hz del EEG.
Todos los cambios fueron estadísticamente significativos. Los pacientes controles no mostraron cambios significativos en la frecuencia y duración de las crisis durante el período de observación de 1 año. Los resultados indicaron que la práctica de meditación continuada es de ayuda sustancial en la mejoría del cuadro clínico electroencefalográfico de epilépticos resistentes a las drogas.
Pnajwani et al.30 encontraron que la práctica de la meditación Sahaja yoga, en pacientes epilépticos, produce cambios significativos en los valores de la resisten cia galvánica de la piel, el lactato sanguíneo y el ácido vinil mandélico urinario, que indican una reducción del estrés, lo cual puede ser la causa de la mejoría clínica de estos pacientes.
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